jueves, 26 de junio de 2014

Un Corazón "ASÍ" de grande...

Cuando oímos o decimos esta expresión, nos vienen a la mente unos brazos abiertos de par en par, casi queriendo abarcar el infinito. Unos brazos que desvelan un interior rico y lleno, una medida rebosante, una vida colmada.

No podría ser de otra forma, pues una persona con “un corazón “así” de grande…”, es una persona profunda y a la vez cercana; entrañable y comprensiva, capaz de albergar dentro de ella los problemas y preocupaciones de los demás y aportarles una ayuda efectiva.
Una persona con “un corazón “así” de grande…", ha alcanzado la unidad, la coherencia y la madurez que le permiten ser objetiva y cordial; ser lúcida y apasionada, porque el corazón es el símbolo de la profundidad y la hondura, y sólo quien consigue dilatar su corazón más allá de sus “mezquitas” visiones, está en camino de vislumbrar la luz, de otear horizontes lejanos, está muy cerca de experimentar la auténtica armonía en el fondo de su ser. 

Quien ha sido capaz de unir la grandeza de Dios con la miseria del hombre, el amor sublime con la entrega incondicional, la misericordia con la redención, la ternura con el perdón.., ha tenido que hacerlo con “un corazón “así” de grande…", que se ha dilatado sin medida, con un Corazón semejante al de Dios, con un Corazón que se ha erigido en emblema y enseña del hombre:
EL CORAZÓN DE JESÚS. 
Su Corazón es la profundidad misma del hombre. Manantial de Vida de donde brota agua fecunda (Jn. 7, 37; 19,34). 
 TRES “GRANDEZAS” DE ESTE CORAZÓN: 
Primera: (Lc. 15, 3-7) Corazón que ama y sufre, que busca y libera. Amor de Jesús, que no mide las consecuencias, que no calcula, que se arriesga y busca la oveja perdida, para acogerla con ternura, para ponerla sobre sus hombros, para re-conducirla al redil. Buen Pastor que abre sus brazos y su Corazón para estrechar con fuerza a la oveja perdida, pero que ama igualmente al resto fiel que quedó en el aprisco. 
Por eso, un Corazón “ASÍ” de grande…, sólo puede ser el de JESÚS. 

Segunda: (Jn. 19, 31-37) El signo supremo del Amor, es un Corazón traspasado. No son palabras, sino hechos que han comprometido por completo su vida. Jesús en la cruz nos habla de un Amor que se da hasta el extremo, hasta la muerte. Amor entregado, pero Amor fecundo manifestado en los símbolos de vida “del agua y la sangre” que brotan de ese Corazón traspasado. Allí, el Corazón de Jesús nos comunica Vida amando y nos ama comunicando la Vida que nace de su costado. 
 Esta claro que, un Corazón “ASÍ” de grande…, sólo puede ser el de JESÚS. 

Tercera: (Mt. 11, 25-30 : Jesús invita desde el ejemplo, se define “manso y humilde de corazón”. Actitud dócil a la Voluntad del Padre, docilidad de corazón. Actitud valiente, Corazón misericordioso, tolerante, pronto para el perdón, pero también exigente. Corazón acogedor para los cansados del camino. Corazón amplio donde caben todas las penas y dolores, todos los fracasos y caídas. 
Es seguro que, un Corazón “ASÍ” de grande…, sólo puede ser el de JESÚS. 

Al celebrar la Fiesta del Corazón de Jesús, dejemos que nos contagie de su Amor, de su Inmensidad. Dejemos que dilate las fronteras de nuestro vivir, que nos abra horizontes amplios, que nos conduzca hasta las necesidades de nuestros hermanos y seamos capaces de aligerar cargas de sus espaldas, así, poco a poco, al lado de su Gran Corazón…, nuestro corazón se hará “ASÍ” de grande… 
A. Castro

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