¿Lavarme Tú a mí los pies?
Hazme comprender que, el camino del servicio
es una llave que abre la puerta del cielo.
¡LÁVAME, MI SEÑOR!
Para que, mis manos,
puedan acariciar rostros dolorido,
para que, mis pies,
puedan acompañar hermanos perdidos.
¡Sigue habiendo tantos pies que lavar!
¡LÁVAME, MI SEÑOR!
sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar
tantas cadenas que romper,
pan y vino para el pobre quiero ser.
¡LÁVAME, MI SEÑOR!
Porque, si algo tiene el Jueves Santo,
es Misterio de amor y de ternura
Misterio de Sacerdocio y aroma de Eucaristía,
Misterio de tu presencia
que siempre permanecerá
y estallará en el altar.
¡LÁVAME, MI SEÑOR!
Y así, cada vez que comamos de este pan,
porque, cada vez que bebamos de este vino,
recordaremos tu querer y tu deseo
nos llenaremos con tu Memorial y tu Palabra
con tu gesto de siervo arrodillado.
(J. Leoz)
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