En esta catequesis sobre el Orden Sacerdotal, el papa Francisco, nos dice que ”el sacerdote, el obispo, el diácono debe apacentar el rebaño del Señor con amor. Si no lo hace con amor no sirve”.
Y señala tres aspectos fundamentales del ministerio sacerdotal:
1. Aquellos que son ordenados son puestos al frente de la comunidad. Están «al frente» sí, pero para Jesús significa poner la propia autoridad al servicio, como Él mismo demostró y enseñó a los discípulos.
2. Otra característica que deriva siempre de esta unión sacramental con Cristo es el amor apasionado por la Iglesia. En virtud del Orden el ministro se entrega por entero a la propia comunidad y la ama con todo el corazón: es su familia. El obispo, el sacerdote aman a la Iglesia en la propia comunidad, la aman fuertemente. ¿Cómo? Como Cristo ama a la Iglesia.
3. Un último aspecto. El apóstol Pablo recomienda al discípulo Timoteo que no descuide, es más, que reavive siempre el don que está en él. El obispo que no reza, el obispo que no escucha la Palabra de Dios, que no celebra todos los días, que no se confiesa regularmente, y el sacerdote mismo que no hace estas cosas, a la larga pierde la unión con Jesús y se convierte en una mediocridad que no hace bien a la Iglesia.
Finalmente el papa hace una llamada a los jóvenes para que no apaguen la llamada del Señor: ”Si alguno de vosotros ha sentido la llamada en el corazón es Jesús quien la ha puesto allí. Cuidad esta invitación y rezad para que crezca y dé fruto en toda la Iglesia”.
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