lunes, 2 de febrero de 2015

DIA DE LA VIDA CONSAGRADA



“Demos testimonio gozoso, alegre de la belleza de la vocación con la cual hemos sido enriquecidos sin mérito propio. Es un don, es una gracia y nosotros queremos a pesar de las dificultades personales, institucionales, queremos decir que es bello, hermoso, seguir a Jesús como consagrados, que seamos valientes en salir […] 

 Tenemos que ser protagonistas de la cultura del encuentro de la que tanto habla el Santo Padre. Ay que salir de nuestros nidos. […] Es verdad que estamos en muchas periferias pero es una llamada que nos viene de la Iglesia, que no podemos desoír y que habrá que reflexionar dónde estamos, por qué estamos y cómo estamos, porque no basta estar en una periferia, ay que saber cómo se está. 

Nosotros tenemos que estar como discípulos misioneros, por tanto dispuestos a aprender primero de Jesús y después de toda la gente, particularmente de los más pobres. “Permanezcamos en discernimiento, es algo que nos pide también el Santo Padre, preguntémonos a nivel personal: Señor qué quieres que haga en este momento aquí y ahora. […]¿Hermanos, hermanas qué tenemos que hacer? Y una vez escuchado lo que tenemos que hacer pongámonos a la obra. Manos a la obra en la revitalización de la vida consagrada y esto depende de todos los consagrados. 

 El Santo Padre nos invita –siguiendo una invitación de Juan Pablo II- a ser expertos en comunión. Una comunión primero a nivel local en la fraternidad o comunidad en donde nos ha tocado vivir y luego a nivel de instituto o de orden como tal. […] y luego a la Iglesia[…]. 

 Por último, que es por donde tenemos que empezar, es: que el centro de nuestra vida comunitaria sea Cristo, es a Él a quien queremos seguir, es a Él a quien queremos entregar nuestra vida, es a Él a quien queremos decir con renovado entusiasmo, con renovada pasión sí. Cada día de nuestra vida, como María, abrirnos con corazón disponible y generoso a lo que el Señor nos pide, por eso que Jesús ocupe el centro de esta Jornada, pero sobre todo de nuestra vida”. 
(Mensaje de monseñor Rodríguez Carballo para el Día de la Vida Consagrada 2 de febrero de 2015)

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