lunes, 30 de enero de 2017

LAS GAFAS DE LA PAZ ¿Un sueño...?

Llegué allí por pura casualidad. Pasaba ante los puestos sin detenerme en ninguno, empujada por el ir y venir de la gente que llenaba el mercadillo. Ropa, baratijas, adornos, hasta comestibles tenían una oferta. 

 De pronto, una voz se levantó por encima del cuchicheo reinante y se oyó con toda claridad: 

- “El mundo perfecto”, “Ud puede ver el mundo de otra manera”, “La oportunidad de oro”, “Las gafas mágicas que le harán ver un mundo nuevo”, “Y por sólo 2 €”….. 

Me paré. Escuché atentamente. Justo lo que yo buscaba. ¡Y por el módico precio de 2€!. ¿Sería una falacia? “Charlatanes de feria”, -pensé-. Y seguí adelante. Pero la curiosidad me venció y volví sobre mis pasos. Me acerqué y, con seriedad fingida le pregunté al vendedor: 

- Buen hombre, ¿Esas gafas tienen un nombre especial? 
- No. Yo no pongo nombre a los artículos que vendo, sólo pregono su utilidad. Cómprelas y lo comprobará.  
 
El vendedor seguía pregonando las virtudes de sus gafas y yo seguía allí, inmóvil, con desconocida atracción por aquel puesto. Por fin le pedí unas gafas, me ofreció las mejores, le pagué 2€ y me fui con la incertidumbre de no saber si habría merecido la pena comprar aquella baratija. 

Caminaba deprisa, no me decidía a sacarlas de la bolsa y colocarlas en mi cara, por temor a hacer el ridículo. Por fin, un poco alejada del bullicio del mercadillo, después de mirar a derecha e izquierda y cerciorarme de que nadie me veía, coloqué aquellas “maravillosas” gafas ante mis ojos y…¡SORPRESA!  

Apareció ante mí un maravilloso paisaje poblado de flores, iluminado por el sol y en perfecta armonía. Las voces infantiles de los niños con sus juegos, le daban un encanto especial. Las personas sonreían, se saludaban con afecto… Ciertamente era un mundo perfecto, un mundo nuevo, el que yo buscaba. ¡Qué alegría!

Cuando llegué a casa, pude comprobar que el telediario de la noche emitía noticias tales como…
        “Una investigación ofrece soluciones arquitectónicas para la supervivencia de refugiados”. 
       "Ante la ola de frío que nos acecha, se habilitarán locales suficientes para que los sin techo puedan pasar la noche",
        “Un profesor salva la vida a varios alumnos en el incendio de un autobús”….

 ¡No me lo podía creer! Aquellas gafas eran mágicas, pero…¡no tenían nombre!
Al día siguiente me dirigí de nuevo al mercadillo, busqué al vendedor de gafas y le dije:

- Buen hombre, me llevo todas las GAFAS DE LA PAZ que tenga. 

 - ¿Qué? ¿Gafas de la paz?
 - Sí. -Le contesté- Son GAFAS DE  PAZ, porque cambian interiormente a quien se las pone. 
        Son GAFAS DE PAZ porque te hacen ver la bondad, el bien, la belleza donde normalmente vemos   lo contrario. 
       Son GAFAS DE PAZ porque arrancan sonrisas, música y hasta invitan a la danza.
      ¡Quiero que todos los niños se pongan sus GAFAS DE PAZ el día 30 de enero! 

El vendedor me miraba fijamente. En su cara se dibujó un gesto de estupor, pero satisfecho por la buena venta que hacía me preparó sus gafas en una bolsa y me dijo:
- Ahí tiene sus GAFAS DE LA PAZ. Se las dejo más baratas, sólo me quedan en blanco y negro.
- El blanco y negro, en las manos de los niños cobra luz, color y hasta vida. Muchas gracias. Adiós buen hombre.
 Me despidió con un gesto amigable.

 Yo marché al colegio con inmensa alegría, pensando en el mundo nuevo que iban a ver tantos y tantos niños a través de las GAFAS DE LA PAZ. Pronto aquellas cartulinas se poblaron de mil colores y sonrisas.

Este sueño, sólo necesitaba hacerse realidad. 

Y se hizo realidad hoy, 30 de enero de 2017.
El colegio Divina Pastora de la calle santa Engracia, de Madrid,
se inundó de GAFAS DE LA PAZ que, tras ellas, se escondían
los sueños de los cientos de niños
que se reunieron en el patio del colegio
gritando y soñando...
UN MUNDO NUEVO 
A TRAVÉS DE SUS GAFAS DE LA PAZ.
 
Texto y fotos: Anunciación Castro






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