El Venerable Pedro Bienvenido Noailles – Sacerdote francés (1793-1861), Fundador de una vasta Asociación tutelada por la Sagrada Familia – tuvo la inspiración de percibir la Sagrada Familia de Nazaret como “dulce imagen de la Trinidad”, de ahí que la Encarnación y la Trinidad estén tan estrechamente unidas que sin la Encarnación no podemos “saber ni conocer” el misterio del Dios uno y trino. Es Jesús, Verbo hecho carne, quien nos lo revela, y el Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo, quien nos hace capaces de estar en comunión con este Dios, Uno y Trino.
Sólo podemos acercarnos de rodillas a este Misterio de la Trinidad en la Unidad del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo en un gesto de adoración amorosa donde se desvanece toda palabra y se expansiona el amor.
Celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad es abrirse al Misterio, es susurrar al Corazón de Dios con nuestro corazón en la mano, es asomarnos al Amor más grande de puntillas, como quien vislumbra la cegadora luz que le guía el camino. Es poner en sintonía nuestros pasos para que nos conduzcan al AMOR pleno.
Cuando mayo toca a su fin, nuestro canto es para María. A Ella hemos invocado y rezado a lo largo de estos 31 días. Y Ella sigue presente todos los días de nuestra vida.
Ella fue el crepúsculo de la mañana cuando nos regalo la Vida de su Hijo que nacía en Belén. Ella fue el crepúsculo de la tarde cuando acogió en sus brazos la Vida de su Hijo, entregada en el Calvario.
Hoy, nos acercamos a Ella haciendo oración nuestro canto:
MADRE DEL MUNDO
De este nuevo amanecer,
Tú fuiste el crepúsculo, Mujer
tu sí fue la respuesta
con que el Niño Dios, pudo nacer.
En su candoroso andar,
las heridas Cristo no sufrió,
tus brazos fueron cuna de sonrisas y algodón.
Madre del mundo virgen paciente,
tímido umbral que le abres paso al cielo
dicen que hoy muere en la cruz
tu Hijo Jesús. (bis)
Creció el niño hasta los treinta
como una hoja junto a ti, rama vital,
pero este crudo otoño los hubo de separar.
Pero llegará pronto el día
en que lo vuelvas a ver, María,
en la gloria del reino celestial.
Madre del mundo virgen paciente,
tímido umbral que abres paso al cielo
dicen que hoy muere en la cruz tu Hijo Jesús.(bis) ... semilla de luz.
De este triste atardecer tú fuiste
el crepúsculo, Mujer. (Betsaida)
Las palabras se agolpan en nuestros labios.
Por eso, te llamamos con el lenguaje de hoy:
en esta "nube de palabras" va nuestro ruego:
Danos el don de INTELIGENCIA,
para distinguirte como la única Verdad.
Danos el don de CONSEJO,
y nuestras palabras serán palabras de vida.
Danos ¡Oh Espíritu! el don de SABIDURÍA
y gustaremos tu Vida frente a lo caduco del mundo.
El don de CIENCIA, ¡Oh Espíritu!
nos capacitará para descifrar los signos de los tiempos.
Con el don de PIEDAD,
aumentará nuestro gusto por la santidad.
¡Cuánto necesitamos el don de FORTALEZA!
para no dejarnos aplastar por lo vulgar y cotidiano.
Danos el don de TEMOR DE DIOS, ¡Oh Espíritu!
y alienta nuestra esperanza.
¡¡VEN, ESPÍRITU, VEN!!
Y ordena esta nube de palabras escribiendo el mejor poema,
creando la mejor sinfonía,
escribiendo la mejor composición,
abriendo nuestras torpes mentes al lenguaje de Dios ¡¡VEN, ESPÍRITU, VEN!!
