domingo, 16 de abril de 2017

FLORECE EL ALMENDRO, RESUCITA LA VIDA


Eres el árbol madrugador de sueños invernales, precursor de primaveras esperanzadas, que albergan en lo
escondido, la savia prometedora de frutos sazonados, eres el portavoz de realidades consumadas.

          Tu flor nos habla de savia pujante, de estallido de canciones, de alegre resurgir, de novedad PASCUAL. 
          Tu flor ha saboreado el secreto amoroso de quien aceptó sin entender, de quien perseveró en la prueba, de quien supo esperar en las largas noches invernales,
por eso VIENE CON FRESCURA LOZANA

          Tu flor ha pasado por el crisol del sufrir callado,
por eso VIENE CON DESLUMBRANTE HERMOSURA. 

          Tu flor ha resonado en canción cuando el fruto otoñal maduró en tu corazón para ocultarse de nuevo en el largo silencio invernal,
por eso VIENE RADIANTE DE FULGOR

          Tu flor ha entendido la profunda sabiduría de morir para vivir, desaparecer para brillar, no existir para ser, dejarse amar para ser plenificada.
por eso VIENE TRANSFORMADA

          ¡ AMIGO ALMENDRO! 
            
Me recuerdas a mi Dios, que se viste de fiesta y recorre caminos nuevos, que viene exuberante de vida y cargado de esperanzas.            

     
Mi Dios es un DIOS NUEVO:

que ha traspasado la frontera de nuestros cálculos mezquinos  en una entrega sin reservas, que ha convertido el madero de una cruz en árbol de Vida y un sepulcro vacío en promesas de futuro.

     
Mi Dios es un DIOS VIVO:

que celebra su triunfo sobre lo caduco y mortal,
que trae en sus manos un ramo de almendro,
florecido en su sazón, augurio de inmortalidad,
que ha apostado por la vida y siente desbordante
ternura por nuestro efímero barro.
     
Dios es MI DIOS:

que me invita a dar cauce a la luz,
a mover losas,
a salir del sepulcro,
a gritar en la mañana, porque... le urge vivir,
que me lleva de la mano por el desierto camino de los días,
y pone en mi corazón la esperanza cierta del almendro florecido
que me enseña en suavidad el secreto amoroso de creer,
la ilusión renovada de seguir y la fe confiada de saber que mis noches invernales,
se transformarán en mañanas primaverales de luz.

Dios es MI DIOS
que desciende a mi vida marcando ritmo nuevo, abriendo horizontes amplios.
    
¡Sí! Así es nuestro Dios.

El disipa las tinieblas y hace amanecer el DÍA, en claridad deslumbrante de LUZ.
El hace que el hombre reviva en su ser, el milagro inaudito que resucita, y entonces, este hombre en plegaria agradecida exclama:

 y en este momento, 
siente su corazón empapado de VIDA, 
y su espíritu repleto de LUZ... 

 ¿Será que también el hombre ha resucitado...? 
                                                                                                                       A. Castro

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