En la solemnidad de Corpus Christi, el papa Francisco, a partir de la cita bíblica de Deuteronomio 8, 2-3 “El Señor, tu Dios, [...] te alimentó con el maná, que tú no conocías”, nos expone cómo el hambre del Pueblo de Israel es el reflejo del hambre del hombre de hoy.
Lo expresa así:
”Además del hambre física, el hombre lleva en sí otra hambre: un hambre que no puede saciarse con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná –al igual que toda la experiencia del Éxodo– también contenía en sí misma esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esa hambre profunda que existe en el hombre”.
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Del signo del maná al sacramento de la Eucaristía |
Con el simbolismo de “las dos mesas” nos invita a responder a estas preguntas:
“¿Y yo? ¿Dónde quiero comer? ¿En qué mesa quiero alimentarme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer alimentos sabrosos, pero en la esclavitud? Además, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi memoria? ¿La del Señor que me salva o la del ajo y las cebollas de la esclavitud? ¿Con qué memoria sacio mi alma?”
Cuando hoy acompañemos por nuestras calles a Jesús en el sacramento de la Eucaristía, sepamos agradecer su gesto de amor redentor.A. Castro
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