viernes, 21 de marzo de 2014

ALPINISTA DEL ABSOLUTO (San Mateo 17,1-9)

Te has convertido en escalador de cumbres, en infatigable ascensionista de alturas insospechadas, en caminante errante con meta en las montañas, en...
ALPINISTA DEL ABSOLUTO 
 Y vas conquistando metas, consiguiendo cimas, alcanzando altitudes que te acercan a la MONTAÑA SANTA que se convertirá en sede permanente de un Madero en cruz.
Hoy, eliges a tres amigos como única compañía en tu subida a la montaña galilea del Tabor.
Ellos no saben lo que va a suceder. Tú, sabes que necesitan esta experiencia para soportar la dureza de los acontecimientos que te sucederán en otra montaña de Jerusalen: el Gólgota (Calvario).
Y los preparas.
Por el camino, en andar lento y sosegado, tu Corazón hecho Amor y Cercanía, se abre en torrente silencioso y derramas a sus corazones toda la hondura de tu sublime vocación: ser ALPINISTA de ABSOLUTO, escalar la cercanía de la Trascendencia.

Y les hablas así:
  • "Subir a la Montaña: es aceptar -como Abraham- el reto de Dios:"Toma a tu hijo único y ofrécemelo en sacrificio", es cargar sobre la espalda -como Isaac- la leña para el holocausto, es tomar la cruz -como el Hijo del Hombre- sobre la que será clavado.
  • Subir a la Montaña: es acercarse con temblor a la Transcendencia es querer tocar el Absoluto, es abismarse en lo nuevo y en lo desconocido.
  • Subir a la Montaña: es acallar las voces de nuestras palabrerías inútiles para escuchar la PALABRA, es sumergirse en el terrible silencio de Dios y permanecer allí, en espera confiada.
  •  Subir a la Montaña: es dejarse envolver por la NUBE, en la oscuridad de una fe amorosa y confiada que, sin entender, se abandona por completo al Padre. 
  • Subir a la Montaña: es experimentar que: la muerte culmina en la Resurrección, el dolor en el gozo, el sufrimiento en la alegría, las realidades terrenas en la Trascendencia y nuestras vidas en la VIDA de Dios. 
  • Subir a la Montaña: es introducirse en la senda tortuosa y escarpada que conduce a la Cruz, es querer llegar a la cima más alta, donde el hombre y Dios se confunden en un abrazo de AMOR.
  •  Subir a la Montaña: es gustar -como Pedro- el acontecimiento glorioso de la Transfiguración: "¡Qué bien se está aquí!", para bajar al valle de la vida transformados por el Amor.
  •  Subir a la Montaña, llegar a la cima: es permitir la intervención de Dios en nuestras vidas, es dejarle que transforme nuestras oscuras tinieblas en transparencia de Luz, es hacerle una choza en nuestro interior y bajarle de nuevo de la Montaña: para mirar la vida desde El, para transcender los acontecimientos, para no desmayar ante la prueba, para estar firmes en el sufrimiento, para ser testigos de su AMOR. 
Y, finalmente, les dijiste:
  • Subir a la Montaña: es aceptar que el Hijo del Hombre tiene que resucitar de la muerte. Guardadme este secreto hasta que suceda".
 Tus amigos, llenos de miedo y estupor, no comprendieron nada. Y cuando bajaban, se "entretenían"en discutir qué significaba aquello.
Tú, en cambio, habías realizado la conquista de la Transcendencia,
             te habías embarcado decididamente en la tarea de la transformación,
             te sentías ALPINISTA DEL ABSOLUTO
                   y bajabas al valle con serenidad deslumbrante, con voluntad renovada
                   y... seguías ofreciendo tu VIDA en entrega total a los necesitados.

Como un día cualquiera, seguías curando, haciendo el bien, hasta conquistar la cumbre de la MONTAÑA definitiva: el Calvario...
                                                   Y, emprendiste el camino hacia Jerusalen.
                                                                                                            A. Castro

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